domingo, 11 de enero de 2015

COMPRAS POR INTERNET SÍ Ó NO




 Sí, y no. Esa es mi opinión.

No me puedo quedar ni con blanco ni con negro. Creo que todo depende de qué compres y dónde lo compres.

Hasta hace poco tiempo era bastante reticente a las compras on-line. Como a casi todo el mundo le ha pasado, poco a poco, hemos ido cogiendo confianza y habituándonos a comprar a un clic desde el sillón.

En el caso de reservas de viajes y entradas a cines y espectáculos la cosa está ya bastante asentada. Me atrevería a decir que una gran mayoría de población utilizamos este medio para sacar billetes y entradas. Funciona estupendamente, para qué negarlo. Es cómodo, rápido y eficaz. Puestos de trabajo se habrá cargado pienso por otro lado.  

Uno de los mayores miedos que genera es el pago por internet. Hasta ahora no he tenido problema, tocaremos madera, pero creo que siempre es más seguro hacerlo desde webs con pasarelas de pago seguras que establezcan un mínimo de confianza.

Otra de las cosas que siempre me han echado para atrás, es la de no poder tocar, coger, manosear  ó probarte lo que vas a comprar. Las páginas webs han evolucionado mucho en este sentido. Muchas de ellas, sobretodo las de las grandes cadenas, franquicias ó superficies, muestran una foto totalmente detallada del producto a comprar. Puedes ampliarla, verla de un lado, de otro, girarla… Te dan además generalmente un detalle del producto dónde puedes ver las medidas, composición, material etc…

Muchas te obligan a registrarte en sus páginas para poder hacer la compra y eso es otro aspecto que no me gusta. Ya hablé de eso en un post del mes pasado. No quiero más usuarios, más contraseñas. No quiero estar registrada en más cosas ni que me envíen publicidad. Sin embargo recientemente y a raíz de las compras de los Reyes, he descubierto páginas en las que puedes realizar la compra sin registrarte y me ha sorprendido gratamente.

Otro problema que veo es el de las devoluciones. Las cosas que compras por internet son mucho más susceptibles de ser devueltas que las que compras en tienda. Puede que no sea como esperabas al verlo físicamente, puede que no te quede bien al probártelo en el caso de la ropa, etc. Sólo una vez tuve que devolver algo que compré por internet y me devolvieron el dinero sin problema pero la verdad es que no tengo mucha más experiencia en este sentido.

Para terminar de hablar de los contras de las compras on-line, hay que citar los gastos de envío. Aquí es donde más obstáculo veo yo, lo que me hace más reticente a la hora de hacer compras a golpe de ratón. En la mayor parte de los casos, a no ser que hagas una compra de bastante importe, te cobran los gastos de envío. No siempre sumas el importe al que hay que llegar para que los gastos de envío sean gratuitos ni puedes esperar un tiempo a que necesites algo más de esa misma web, ya que podría agotarse lo que en un principio querías. Una buena táctica de algunas páginas on-line es, mientras llenas tu cesta, indicar en una ventanita el importe que te resta por gastar para conseguir los gastos de envío gratis. De este modo podemos “picar” y comprar algo más. Yo siempre valoro si me compensa ó no. Si los gastos de envío son de bajo importe y voy a gastarme más en gasolina ó transporte para ir a la tienda a comprarlo, prefiero asumirlos ya que entonces, no habrá diferencia de precio y encima no habré perdido el tiempo. También ofrecen muchas tiendas la posibilidad de hacer la recogida en tienda, y en ese caso, no pagas gastos de envío. Esta es la opción que más he utilizado. Si el desplazamiento a tienda no me cuesta dinero, con un agradable paseo, voy y recojo mi pedido enseñando simplemente el Dni y el nº de localizador ó nº de pedido sin colas ni esperas en caja.

A pesar de los obstáculos citados, cada vez veo más ventajas a las compras por internet y lo utilizaría más si no fuese porque soy muy fan de comprar en el barrio y en el comercio pequeño. No soporto ver cómo las tiendas pequeñas y de toda la vida desaparecen. No soporto ver cómo se cargan los pequeños comercios porque no pueden pagar los alquileres y no soporto ver cómo éstos son comprados por franquicias, multinacionales y grandes cadenas de ropa y restaurantes que están consiguiendo que se pierda la esencia de las ciudades y que de igual estar en Madrid, que en Londres, que en París, que en Roma.

No soporto que apenas queden ya cines en la Gran Vía, pero ese es ya otro tema y no quiero desviarme. Me duele por partida doble, porque para mi, además del centro de Madrid, es mi barrio de toda la vida y ya no lo veo como barrio.

Pienso por otro lado, que el pequeño comerciante de toda la vida tendría que reaccionar. Me refiero a que, también ellos, podrían desarrollar páginas web para sus comercios viendo que ahí está el futuro. La sociedad cambia, la forma de comprar también. Sin embargo me consta que muchos lo han hecho y ni por esas pueden tirar para adelante. El esfuerzo económico sumado a las pocas ayudas que tienen les ahoga.

Como he comentado al principio, no puedo quedarme con un “sí”, ó con un “no” a la hora de responder a la pregunta “Compras por internet, ¿sí ó no?”. En base a todo lo anterior, en mi caso, sólo puedo sacar la siguiente conclusión: para mi, que odio los "llenazos" de las tiendas y del centro de las ciudades en Navidades y aborrezco con todas mis fuerzas los centros comerciales (jamás entenderé cómo a la gente le encanta ir a pasar allí el día, no puedo concebirlo) las compras por internet son muy buena opción para fechas así. También los son, cuando por falta de tiempo no has podido salir a comprar. Qué duda cabe que es mucho más rápido y cómodo.
Sin embargo en otras ocasiones, intento comprar presencialmente y en comercio pequeño. Como mencioné al principio, todo depende de la situación ó circunstancia. La mayoría de las veces lo que hago es mirarlo previamente por internet e ir a la tienda y ya, a tiro hecho, verlo físicamente y decidir.

Sobretodo trato de no complicarme la vida y utilizar internet como algo que te facilite la vida y no que te la complique. Ahora tenemos medios para que todo sea más fácil y sin embargo parece que tenemos siempre menos tiempo y calidad de vida. Por eso, me propongo un uso inteligente de las tiendas on line.

Desde aquí aprovecho para mostrar mi apoyo y solidaridad a todos aquéllos comercios que a partir del 1 de Enero ya no vayan a poder beneficiarse de las rentas antiguas y vayan a tener muy difícil su subsistencia. Con los zapatos de esas zapaterías he ido al cole, con los libros y demás material escolar de esas papelerías he crecido académicamente en el cole y con los cromos que me compraban mis padres al salir del cole en esos quioscos ya inexistentes, he llenado muchos álbumes. Se mueren los barrios y me produce mucha nostalgia.








viernes, 26 de diciembre de 2014

LAS PERCHAS





Sí, sí, las perchas.

Es curioso hablar de esto pero el otro día guardando algo en el armario pensé  en ellas y llegué a la conclusión de que necesito más perchas. Que en cuestión de perchas es mejor más que menos ya que además, es algo barato.

Había planchado una camisa que me pongo muy poco (de hecho me pongo muy poco casi todas las camisas, soy poco fan de ellas) y al ir a colgarla vi que no me quedaban perchas libres. Entonces pensé en colocarla debajo de otras tres o cuatro camisas que tenía colgadas en otra percha. Como me la pongo poco –pensé-, la coloco mejor, debajo de las otras que me pongo más.

Primera conclusión: esta camisa deberías darla, tirarla ó usar para trapos. Como dice Andrea Moretti en sus “pistas de estilo” (mi último descubrimiento en blogs, con el cual estoy encantada): “En el armario, lo que no se ve, no se usa”. ¡Qué gran verdad! (http://www.andreaamoretti.com/2010/06/en-el-armario-lo-que-no-se-ve-no-se-usa.html#.VJ19csACA)

Segunda conclusión: ¿en serio merece la pena andar quitando todas las camisas que ya tenía en una percha colocadas sólo para meter una debajo? No. Es una pérdida de tiempo y un rollo. Necesito una percha para cada camisa.

De este modo, ahorraré tiempo colocando y lo tendré todo a la vista.

¿Quién no ha pasado por el rollo de quitar y quitar cosas de una percha para sacar lo que hay debajo? Que levante la mano el que no. ¡Ja!.

¿Os habéis parado a pensar alguna vez en la cantidad de modelos de perchas que hay? Normalmente cuando piensas en “una percha”, piensas en “una percha”, pero éstas desarrollan miles de variedades.

Tenemos las perchas de plástico, normalmente blancas, pero también de muchos otros colores.

Las perchas de madera, mucho más elegantes que duda cabe.

Las perchas con doble varilla para pantalones.

Las perchas con pinzas. Yo suelo colgar aquí las faldas (las pocas que tengo) y como trato de unificarlas todas en una, nunca me da de si la percha. Siempre pienso que tengo que comprar más perchas de pinza y nunca lo hago. Dejan marca, eso sí.

Las perchas mulliditas. Normalmente éstas las hacen para armarios de niños. Son acolchaditas, con el gancho también forrado y suelen llevar dibujitos bordados ó ser de telas con bonitos estampados. En mi opinión, son las más bonitas, pero también las más caras.

Las perchas de alambre. Suelen ser éstas las que te regalan en el tinte cuando vas a recoger algo. Las hay en dos modalidades. Alambre feo sin más. Y alambre recubierto de plástico (rojas, azules, negras…). De todos los colores las tengo, oiga.

Las perchas para corbatas en el caso de los hombres, ó sea, corbateros.

Uno de mis últimos descubrimientos han sido unas perchas que se inflan y se tapan con un tapón como de globos ó neumáticos y que son perfectas para poner ropa de lana a secar porque al ser abullonaditas no se queda la marca de los hombros. Me encantan.

Y cómo no hablar de las perchas que tienen en cada vez más hoteles y no entiendo por qué, ya que son unas perchas que en lugar de gancho curvado tipo garfio, tienen sólo un alambre recto sin curvar el cual tienes que tratar de encajar en el gancho con agujerito que está fijo en la barra del armario con no pocos inconvenientes: el armario no suele tener luz interior y no encuentras el gancho, los ganchos se mueven de un lado a otro de la barra y no hay manera de atinar, y por último, el inconveniente para los que rozamos el metro sesenta de estatura. Yo normalmente tengo que meterme dentro del armario para poder llegar. En fin, supongo que la moda de estas perchas es para que la gente no las mangue.

Tenemos también las perchas para niños, de dimensiones adecuadas a su diminuta ropa.

Hay luego una amplia gama de derivados de las perchas como son las perchas que van sobre raíl para los pantalones, las perchitas de ventosas que se pegan a los espejos y un largo etcétera que ya entraría en la categoría de otros accesorios de almacenamiento.

Las perchas, además de para ropa, son un gran aliado en el caso de las mujeres para colgar collares, pañuelos, lazos u accesorios para el pelo ó cinturones. Yo siempre me apaño de alguna manera para hacerlo. Bien del gancho ó bien de las pinzas en el caso de las perchas para faldas ó pantalones.

No digamos la utilidad para colgar ambientadores. Los de plástico me horrorizan pero los de bolsita de tela, más si contienen lavanda dentro (uno de mis olores favoritos), son siempre una buena opción.
 
Todo esto venía por la conclusión a la que llegué el otro día guardando una camisa y que al principio he citado.

El inconveniente de tener más perchas (casi una para cada cosa), es sin duda la falta de espacio pero sinceramente, tengo mis dudas al respecto de si no ocupa más una percha en la que haya diez cosas debajo.


Aunque las más bonitas son las perchas de madera, y las perchas acolchadas de tela, es cierto que son las que más ocupan, por eso he buscado ideas para decorar las perchas de alambre, que son las más finitas. Al mismo tiempo que nos ocupan muy poco en el armario, tendremos cada cosa en una percha y así todo a la vista, y además, pueden salirnos gratis si recopilamos las que nos dan cada vez que recogemos algo del tinte. Podremos tener un armario muy bonito, personalizado y con encanto. 


                                Vía: http://jouetjou.blogspot.com.es/2013/01/diy-perchas-forradas.html






















lunes, 22 de diciembre de 2014

NI UNA SUSCRIPCIÓN MÁS





Abro el buzón y encuentro panfletos de propaganda todos los días.

Más aún en estas fechas: "Llévate el mejor regalo para estas Navidades al 50%", "Serás la más radiante de la cena de Nochebuena con esta barra de labios rouge...", "El mejor perfume para regalar"...

"Acumula puntos repostando en estaciones de servicio patatín y patatán", "Oferta de una batidora para los puntos que tienes acumulados", "Disfruta de una escapada romántica por sólo..."...

Abro el ordenador y sucumbo a más tentaciones visitando páginas web: "Suscríbete y recibirás boletines diarios de ...", "¿Quieres  recibir nuestra newsletter a diario?", "Entra y encuentra cupones descuento para tu compra en el súper"...

Y ya no digamos, las páginas que te obligan a registrarte sí ó sí para poder acceder a ellas.

Vivimos rodeados de tentaciones a diario.

No señores.
No quiero un regalo estas navidades al 50%, porque se que no es tal. Porque nadie regala nada y ese producto lo habéis sacado ahora a ese precio y no está rebajado.
No necesito ser la más radiante de la cena de Nochebuena, porque salvo las Navidades de la Preysler que se ven en el Hola, y algún famosillo más, el 90% de la población no nos vestimos de largo para estas fechas, ni comemos en mesas decoradas a todo lujo ni mantenemos el protocolo y el lujo durante la cena.
No quiero regalar el mejor perfume. Seguro que a quien tengo que regalar no le causaré mejor impresión si regalo un perfume muy caro (si es que se tiene en cuenta que "el mejor" es el más caro, cosa que a mi no me lo parece). Ellos ya tienen una buena impresión de mi.

No señores.
No quiero acumular puntos repostando en tal y en cual gasolinera. Necesito echar gasolina cuando me lo pide el coche y en esos momentos no estoy para buscar una u otra marca. Y cuando "acierto" con la marca que me da los puntos, casualmente se me olvida pasar la tarjeta que los acumula ó me la he dejado en casa.
No quiero una batidora. Ya tengo una. No voy a comprar otra y posiblemente cuando se me rompa la que tengo, esta oferta ya no existirá ó me iré urgentemente a comprar una nueva sin acordarme de este panfleto.
No me ofrezcáis escapadas románticas ahora. Ahora no puedo. Ahora no tengo vacaciones. En el momento que quiera hacer un viaje, me pondré yo a buscar los hoteles y esta oferta habrá pasado a la historia.

Y no. No señores.
No quiero suscribirme a nada más, no quiero boletines diarios, no quiero newsletter ni quiero cupones. Tengo una cola de correo spam de la que no consigo ponerme al día. Ofertas de cosas que no necesito y solo me tientan. Cupones en un vaso lleno de polvo en la cocina de los que no me acuerdo y cuando lo hago están caducados.

No señores, no.
No quiero que me obliguéis a registrarme en páginas webs para utilizar servicios. Estoy harta de dar datos personales para que sólo me enviéis propaganda.
(tengo que decir a favor del Sr. Amancio Ortega que la página web de Zara ha sido la única que me ha permitido realizar una compra on-line sin registrarme).


Cuando necesite algo haré un máster, un excel de comparativas y una lista de pros y compras de lo que NECESITE comprar. Hasta ahora, no me ofrezcan nada más. En su momento lo estudiaré.

Tengo que decir, que si he experimentado (y experimento) todos estos avasallamientos diarios ha sido por la "mea culpa" de apuntarme a todo durante mucho tiempo.

Me he dado cuenta de que todo esto sólo me genera estrés. Estrés de revisar el correo diario, estrés de ver la propaganda que llega a casa, estrés por recogerla, archivarla ó tirarla (previos cortecitos del papel en mil para que no se vean los datos personales), estrés por memorizar ó actualizar en mis libretas nuevos usuarios y contraseñas. Sobretodo porque me he dado cuenta, de que la mayoría de las veces no utilizo nada de ello y cuando necesito algo voy y lo compro sin más, sin recordar si tengo ofertas descuentos ó no.
Me he dado cuenta de que las pocas veces que las he utilizado, realmente el importe que ahorras no es tanto. Gastas lo mismo si tienes en cuenta que tienes que coger el coche y gastar gasolina en ir allí ó allá a buscarlo.
Me he dado cuenta del espacio que me ocupan en monederos y carteras las tarjetas de plástico que no uso. Ya tenemos bastante con tener que salir a la calle con el carnet de identidad, el de conducir, la tarjeta de la seguridad social y el abono transporte como mínimo, como para encima acrrear otro taco de tarjetas de establecimientos en los que te suman puntos y a los cuales nunca vas.
Me he dado cuenta de estar apuntada a todo no me aporta nada. No me hace más culta, no aprendo más, no me nutre. No voy a perderme nada, por no ver toda la información que me llega acerca de ésto a diario. 

Por eso, he decidido que desde hoy, no quiero más suscripciones a nada y que voy a intentar ir dándome de baja de muchas a las que me apunté.

Nos complicamos demasiado la vida.